El artículo 50 del Estatuto de los Trabajadores ha constituido, durante años, uno de esos preceptos cuya redacción, pese a su aparente contundencia, adolecía de la necesaria claridad interpretativa. Su formulación, ambigua y genérica, se remitía a un concepto tan amplio como el del “incumplimiento grave del empresario”, sin ofrecer concreción respecto a aspectos esenciales […]
